Sabido es desde hace tiempo por The Chief PaBLoX y Pablo N que mi adoración por Apple sobrepasa bastante los límites de la cordura. Y eso que hasta septiembre de 2008 lo único Apple que había tenido era un iPod Shuffle de 1ra generación. Será por la fama de calidad y estilo que tienen, será por lo indudablemente bonitos que son, será por la sabida facilidad de uso de su sistema operativo; me daban lo mismo las razones: Apple y yo estábamos hechos el uno para el otro. Sin haber usado jamás Mac OS X yo ya lo sabía. Y este 17 de diciembre recién pasado pude poner a prueba ese presentimiento.
Mis padres hicieron el esfuerzo por dar en el gusto a su taimado primogénito y me compraron un MacBook blanco, modelo early 2008, que carga dentro de sí un procesador Intel Core 2 Duo de 2.1 GHz, 1 GB de RAM a 667 MHz DDR2, 120 GB de disco duro SATA marca Fujitsu, pantalla mate de 13.1″, soporte AirPort, salida de vídeo mini Display Port, vídeo integrado de Intel y audio integrado. Lo que siempre quise era por fin mío. Llegué ese día 17 de diciembre a casa con la preciosa caja del MacBook, ya desesperado por abrirlo. Le eché una ojeada al manual antes de prenderlo, y la primera frase que veo es ‘este Mac y tú están hechos el uno para el otro’. ¿No lo decía yo?

Mi precioso MacBook blanco… no pregunten acerca de la ropa xD
¿Parezco niño chico con juguete nuevo? Pues sigue leyendo…